domingo, 1 de enero de 2012

Castillo de Olite en Navarra

 

La silueta esbelta y armoniosa de su castillo-palacio domina Olite, pequeña ciudad situada en el centro geográfico de Navarra, a 42 kilómetros al sur de Pamplona.

Sede real durante la Edad Media, los gruesos muros y torres almenadas del palacio alojaron a reyes y princesas. Declarado monumento nacional en 1925, constituye el ejemplo más importante del gótico civil de Navarra y uno de los más notables de Europa.

Un recorrido por las estrechas rúas de Olite le permitirá pasear al abrigo de nobles caserones de piedra con escudos de armas y grandiosos aleros de madera; galerías medievales y espléndidas iglesias, además de descubrir el recinto amurallado romano.

El clima mediterráneo ha hecho también de Olite la capital del vino. Acérquese a sus bodegas y deguste sus caldos. Déjese guiar y todo el conjunto le trasladará a una época de torneos, reyes y princesas, magos y juglares, halconeros y arqueros, que vuelven a la ciudad cada mes de agosto para celebrar las Fiestas Medievales.

También en verano, la ciudad alberga el Festival de Teatro Clásico de Olite.
El perfil de elegantes torres palaciegas y caprichosas torreras coronadas por tejados de pizarra anuncia la llegada a Olite, una pequeña ciudad de poco más de 3000 habitantes, ubicada en la zona de transición entre las montañas y la tierra llana, a 40 km al sur de Pamplona.

Aunque existen restos arqueológicos romanos del siglo I, la fundación de Olite se atribuye al rey godo Suintila hacia el año 621. El rey navarro García Ramírez dio a la ciudad su primer fuero y Teobaldo II le concedió ferias anuales en 1276, año a partir del cual se celebraron Cortes en Olite.

Fue sede real durante el medioevo y residencia predilecta de Carlos III el Noble (1337-1425), monarca que deseaba tener un palacio fastuoso y que en él albergó animales exóticos como jirafas, leones o búfalos, además de realizar auténticos jardines colgantes tropicales en sus muros.

Como ejemplo de aquel lejano esplendor cortesano quedó el Palacio Real, que ocupa un tercio del casco urbano medieval. En realidad, se trata de dos palacios construidos uno junto a otro. Del palacio "viejo" (XII-XIII), actual Parador de Turismo, sólo quedan en pie los muros y las torres, mientras que el palacio "nuevo" (XIV-XV) es un magnífico representante del estilo gótico civil francés. Un amplio patio da acceso al interior que puede visitar acompañado de un guía.

De entre todas sus torres, la Ochavada es la más caprichosa: al recorrer su estrecho mirador, tendrá la sensación de encontrarse en un castillo de hadas. En la zona más sombría encontrará una especie de huevo gigante, que no es otra cosa que el Pozo del Hielo, donde se guardaban capas de nieve para conservar los alimentos. El palacio sufrió un devastador incendio en 1813 y su aspecto actual responde a la restauración del año 1937.

El conjunto urbano monumental de Olite es mucho más que su hermoso palacio. En su paseo por la ciudad, verá cómo la piedra dibuja casonas solariegas, formidables blasones, murallas romanas, rúas atravesadas por arcos góticos e impresionantes iglesias como la de Santa María (XIII).

En la plaza Carlos III, a la que se accede a través del portal de la Torre del Chapitel, se encuentra el Ayuntamiento, que fue construido en 1950 con forma de mansión nobiliaria, dos galerías medievales subterráneas (XIV), y algunos bares y terrazas.

En la rúa Mayor podrá visitar la iglesia de San Pedro, iniciada en estilo románico y ampliada durante el barroco, pero igualmente impresionantes son el resto de calles jalonadas por palacios renacentistas y barrocos, como el del Marqués de Rada.

Extramuros, los monasterios de San Francisco y Santa Engracia, reedificado uno y reformado el otro en el siglo XVIII, completan el legado artístico de la ciudad.

Un buen momento para imaginar cómo fue la ciudad durante la Edad Media son las Fiestas Medievales que se celebran en agosto. La ciudad se llena de mercaderes, artesanos, titiriteros, trovadores, clérigos, arqueros, halconeros y malabaristas que ofrecen sus productos y espectáculos a los visitantes, mientras desfilan reyes y princesas y se celebran torneos entre caballeros. También hay comidas y cenas medievales servidas en vasijas de barro por posaderos ataviados con ropajes de la época.

Olite completa su atractivo cultural durante el verano gracias a actuaciones del programa Cultur y, sobre todo, a las del Festival de Teatro Clásico, con actuaciones en la calle y en escenarios al aire libre.

La visita a la ciudad no será completa si no degusta los vinos de las bodegas y cooperativas que abundan en la ciudad y alrededores. Allí podrá comprobar la merecida fama de los caldos olitenses -rosados, tintos jóvenes, crianzas, reservas y grandes reservas adscritos a la Denominación de Origen Navarra-. También puede catarlos en la Fiesta de la Vendimia (primera quincena de septiembre), y puede ampliar sus conocimientos sobre el vino visitando el Centro de Exposición de la Viña y el Vino, situado en la plaza Teobaldos.

Tras recorrer Olite, puede acercarse a la laguna de Pitillas, el bello pueblo medieval de Ujué, la ciudad de Tafalla o los parques eólicos de la zona.

FUENTE:  http://www.turismonavarra.es/esp/organice-viaje/recurso/Localidad/2466/Olite.htm?masInf=1&o=2466

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